9.1.21

 REFUTANDO LA HISTORIA EN DEMOCRACIA


Alguien me menciona en ciertas opiniones, y como soy una persona coherente con mis principios, ya que he advertido siempre dando mi nombre, es por eso que he elegido dicho título para esta carta.
Empiezo diciendo que las nuevas generaciones, en su gran mayoría, no conocen la historia de nuestro país, porque ha sido tergiversada en repetidas ocasiones por los intereses personales de los que han detentado el poder real de la república.
Eso por un lado, y de acuerdo a estadísticas estas jóvenes generaciones, en su gran mayoría, no leen ni siquiera un libro en el lapso de un año.
Perfecto. Ahora bien. Estas jóvenes generaciones han sido ideologizadas, de modo que creen que el Estado debe resolver todas sus vivencias materiales, en un mercado de consumo donde conseguir trabajar honradamente, en las últimas tres décadas por lo menos, se ha vuelto una utopía.
Tercer punto y para simplificar, voy a decir lo siguiente. Nuestro país, por más que les haga ruido a los más nacionalistas, siempre ha estado atado al carro del Imperio de turno. Empezando por los españoles, siguiendo por los ingleses, luego los norteamericanos, y por estos días que nos estamos plegando a las dádivas que nos ofrecen los rusos y los chinos.
Además ya existen libros al respecto, analizando que el poder global se ha trasladado de Occidente a Oriente.
Ahora bien. Nuestra deuda interna y externa le debe a la banca extranjera más de trescientos mil millones de dólares. Es decir que es una deuda impagable, y esto hace imposible cualquier proyecto político que pueda solucionar en alguna medida los problemas múltiples y muy complejos de nuestra nación. Donde la mitad de su población está sumida en la pobreza y la indigencia. Y además con la violencia esgrimida que se ve a diario, por un resentimiento que viene de lejos y se manifiesta en la pirámide social.

FELIPE DEMAURO