11.11.17

BARRIO LAS DELICIAS

¡Barrio Las Delicias! Nombrarte así ya basta para enaltecerte
en el zurdo flanco de mi sentimiento.
Si habrán brillado melodiosas las lunas porteñas de Almagro
San José de Flores y Tres Esquinas
en las golas lujosas del "mudo", Alberto Morán y Angel Vargas
matizando desde la vieja Philips las conversaciones
de la barra del Onkel en la Peluquería de Chiquito.

¡La Peluquería de Chiquito!
¡La esquina inolvidable de Ovidio Lagos y Arijón!

Cuántas voces que resurgen comentando la Media Cabeza
o El Alumni; El Gráfico; Goles; La Cancha y Ring Side
junto con la portada cómica y aventurera de Patoruzú
Rico Tipo y Dártagnan.
Qué misterio chabacano, qué pan y circo de excepción
me transfiere hoy al recuerdo de la famosa máquina de River
el Mono Gatica; Fangio, o los hermanos Juan y Oscar Galvez
junto a las glorias locales de la talla de Alfredo Carlomagno
Perita Bilanzone; Amelio Piceda; Alfredo Bunetta
Sebastián Romano; José Ríos y Oscar Pita
ilustrando el deporte de los puños.
O Gayol; Canteli; Pontoni; Morosano y Ferreira
Villarino; Santos; Bravo; Aguirre y Marrachino
Ráccaro; Indalecio Lopez; Cechini; Beltral y Delogu
que como Capote De Lamata en fútbol
se paseaban por la sutileza verbal de un Fioravanti
Roberto Reina, Nilo Brunel, Dante Panzeri o Bernardino Veiga
con "ese no se qué de identidad" que era tan nuestro.

¡Ah Ovidio Lagos y Arijón!
El epicentro de la vida sencilla y plena
la vida como redactada sobre un gastado mantel de hule.
El Almacén de Ramos Generales de Los Hermanos Cereseto
sobre la ochava sudoeste al lado de la desvencijada herrería.
La ochava sudoeste y el justo ahí del antiquísimo surtidor
como un peón de ajedrez saludando el paso del tranvía "26".
Y en la otra acera cruzando en diagonal La Feria
esa feria construida con chapas cuyos colores
ahora parecerían ridículos.

La feria donde se detenía por algunos instantes
el humo denso del escape de los modernos Leyland de la "F"
y el "61" que por su viejo aspecto
heredara el apodo de "la cucaracha"
trayendo del Saladillo un olor a cebo irrespirable
que paradojicamente exhalaba en el Balneario Los Angeles
para volverlo a inhalar en el arroyo
que antes y después seguía siendo el mismo.

¡El humo denso de los Leyland!
Si habrán disuadido aromas de albahaca y chismes de comadronas
bajo las chapas de aquella feria.
¡La esquina de Ovidio Lagos y Arijón!
Será posible que todo el esplendor del barrio Las Delicias
florezca allí.
Será posible que por aquel entonces
una simple copita de Fernet Branca reconciliara el dolor estomacal
y otra de Ferroquina Bisleri el óptimo apetito.
Será posible que ni se inmutaran
familias que tenían más problemas que Los Pérez García
por el simple hecho de gozar luego del milagro musical
de Radio El Mundo al difundir el Glostora Tango Club.

FELIPE DEMAURO