14.10.17

31 DE DICIEMBRE

Por un instante se sintió como apabullado por el entorno.
Sin embargo estaba solo en un rincón.

Aún notaba los augurios de felicidad
cual cromáticas serpentinas
diseminadas sobre las sonrisas
las lágrimas y los brindis
cayendo como aletargados residuos
sobre los residuos que a esa larga mesa
la eternizaban pictoricamente
en el rango de naturaleza muerta.

Corchos, chapitas, papelitos metalizados
cáscaras de nuez y otros deshechos
deambulaban por el piso
como un detalle más de lo informal.
A pocos pasos y entre los chicos
jugando como siempre se los suele ver
"el arbolito" con aspecto de tarjeta postal
y la música resquebrajando los cuerpos
de quienes se han marchado
tras los indicios de la felicidad.

Afuera algunos estallidos postreros
le traían la ensoñación del otrora
con las ruedas incrustadas en los árboles
de la casaquinta lindera
girando velozmente artificiosas
ante los rostros maquillados
por los colores de la pirotecnia
mientras las bengalas huyendo de las botellas
se tornaban magnolias que estallaban
verdes, rojas y amarillas
en los jardines de la madrugada.

Creyó que estaba ahora sí
en la memoria paradisíaca del éxtasis
y solo volvió a saber de el
cuando su nieto mayor lo zamarreó diciéndole
vamos Abuelo... Abuelo
nos tenemos que ir.

FELIPE DEMAURO