UNA DOCTRINA ARCAICA PARA EL SIGLO XXI
Es inconcebible el grado de incultura y de malicia, que prima en una gran parte de nuestra sociedad.
La
mirada se posa sobre sectores que usan a la política, como un medio de
destrucción, ante el discurso de alguien que trata de reparar el atraso
de un país luego de siete décadas de probar con todo tipo de esquemas
económicos, que entre avances y retrocesos nos han mostrado lo que hoy
podemos ver.
Un tercio de los habitantes de la República,
sobreviviendo a costilla de lo que producen los otros dos tercios
salvajemente acosados de impuestos.
Inseguridad extrema,
asesinatos, corrupción en las altas esferas del poder que aún no se
castiga, deuda externa en un país que desde siempre debió ser acreedor
por los frutos naturales que posee entre sus límites.
Es decir cáos y más cáos es lo que se advierte por todas partes.
Ahora
bien, cuando a estos seres irracionales se les habla de comenzar a
poner en práctica los buenos modales, el trabajo, el esfuerzo y la
coherencia para lograr un futuro que coincida con este siglo xxi, tan
pleno de tecnología y progreso, ellos no aceptan en absoluto tales
propuestas y continúan con su mecanismo mesiánico de poner palos en la
rueda.
La democracia evidentemente no les cae bien, ya que en
toda compulsa electoral sus votos siempre resultan muy escasos. Tal es
así que siendo tan pocos, igual se muestran fragmentados.
"Solo sirven para pergeñar intelectualmente sociedades evolucionadas entre las cuatro paredes de un Bar".
FELIPE DEMAURO
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