19.8.17

SEPTIMO ARTE

Un esplendor como de estallido nuclear
diseminaba el sol
sobre esos espejismos que la ruta mostraba
a esa juvenil hora de la tarde.

La temperatura era realmente agobiante.
Rondaría probablemente los 39 grados
ya que ni siquiera a campo traviesa
uno percibía indicios de brisa alguna.

Pero parece que nada de esto
perturbaba a Lucrecia Alonso
quien se recortaba montada en su Kawasaki 1000
totalmente desnuda
y como un toro enardecido
al que le hubieron clavado un par de banderillas.

Vista así acurrucada en la moto
que bramaba por lo menos a 200 kilómetros en la hora
con el culo erguido
igual al de una puta de un cuadro de Cezanne
y las tetas colgándole como dos brevas rematadas
por castaños pezones de almibar
parecía Lucrecia una Diosa Taurina
gozando en la lujuria de un fastuoso Olimpo
inventado tan solo por esos genios neorrealistas
que han pisado alguna vez los set de Cinecittá.

FELIPE DEMAURO